miércoles, 21 de enero de 2009


Me muero de amor

y no es hacia el dinero.

Me muero de dolor

y no tengo ningún peso.


Me muero de besos

conquistando un nuevo deseo,

vivo perpetuamente

en lazos de piel sin techo.


Me veo de un color

totalmente bien hecho,

y creo en el perdón

de todo aquel ser imperfecto.


Sigo sin beber

ni un mísero sorbo,

para qué privar,

si no es más que morbo.


Y entre tanto beso, robo y verso,

no hay más que el simple trecho,

sí, a ese que teneis tanto aprecio,

y que dos palmos lo separan de mi pecho.


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