
Me muero de amor
y no es hacia el dinero.
Me muero de dolor
y no tengo ningún peso.
Me muero de besos
conquistando un nuevo deseo,
vivo perpetuamente
en lazos de piel sin techo.
Me veo de un color
totalmente bien hecho,
y creo en el perdón
de todo aquel ser imperfecto.
Sigo sin beber
ni un mísero sorbo,
para qué privar,
si no es más que morbo.
Y entre tanto beso, robo y verso,
no hay más que el simple trecho,
sí, a ese que teneis tanto aprecio,
y que dos palmos lo separan de mi pecho.
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