lunes, 1 de marzo de 2010

Esperemos que sea transición,
el alargo al dolor,
el pensamiento -con ardor-,
y el sentimiento de moscarda.

Puedo pensar
que mi mente no es a vapor,
se cansa incluso de pavor,
y al final se queda en nada.

Puedo razonar
que quizás es solo rumor,
de esos que llaman tumor
aquellos que suspiran mis hadas.

Puedo creer
que es demoledor
seguir el estupor
de lo que una vez fue mi amada...

(Alfinal creeré solo en mi pensión
y en lo que me de la gana.)

Pero casi tengo una traición
de las que no saber mejor,
porque este maldito escozor
no se marcha de mañana.

Con causa de estropicio,
rompí a cachos el corazón,
-y no es que estuviera de colocón-
es que hacía daño el color.
(Y la madrugada)

Pero así soy y porque no,
saquemos tiricias del edredón,
del inexistente esplendor,
del exquisito escalafón.
(Y si cabe de esta jornada)

Así que aquí os dejo,
muestro todo mi inventario;
mi atuento, mi diario,
y ya me elegirás tú
qué sotana.





....




Más tarde tiraré otra vez
este dichoso jugón,
como un acalorante cordón,
que se lavó con desgana.

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