viernes, 26 de noviembre de 2010

Donde fueras, haz lo que vieras


Tenía ya ganas de volver al trabajo. Estas tres semanas de suspensión me habían convertido en un huraño de poca monta y me había refugiado en un penoso hostal. Todo lo que hice ya en ese tiempo no es digno de mención.

Hacía cinco minutos que me había llamado el Jefe y ya estaba de camino, impaciente por ver cómo esta vez había faenado.

La habitación no estaba mas luminosa de lo normal, quitando que nunca le gustaba actuar de noche. Las persianas estaban medio bajas, dejando sólo entrar la luz por las rendijas.
Por supuesto, las cortinas estaban arrancadas ya que le parecía una absurda combinación con las dichas persianas (Con doble ocultación, doble misterio, y eso no le favorecía nada).
A parte de eso, era bastante ordenado. Las sillas las volvía a colocar si por el forcejeo se caían, e intentaba no acercarse mucho a ningún objeto cristalino o frágil para no tener que reponerlo. Maniáticos los hay en todos lados.

Volvía a incidir con el mismo patrón. Mujer, pelirroja o rubia natural, de mediana edad, y sola. Por ahora no habíamos descubierto ningún indicio de que existieran conexiones entre las anteriores, aunque sin duda la belleza era una de ellas.

En la posición tampoco había variado, más que una perversión o fetiche, parecía que era una provocación a alguien de su entorno, como una respuesta necesaria. La mujer se encontraba boca-bajo, con las manos y pies maniatadas a la espalda y un plátano metido en la boca. Nunca mostraban ningún arañazo a la vista, pues el cuerpo lo lucían completamente desnudo, y en su cabeza sobresalía un moño muy abultado ya que todas las víctimas tenían el pelo bastante largo.

Nunca aparecían signos de violación, ni de perversión sexual, aunque todas estaban acostumbradas a tener sexo habitualmente. Uno de sus patrones podría ser que sean sus propias conquistas... o al contrario y sea todo por pura envidia. Aun no lo tenía claro.

Como todo buen asesino en serie intentaba dejar una firma, pero ésta nunca se veía a simple vista. O estaba detrás de un cajón, o debajo de la mesa, u oculta entre los peces de colores.
Casi siempre era un enigma anecdótico, en relación íntima con la susodicha en cuestión. La anterior vez, hacía ya un año, nos tiramos tres meses para averiguar qué quería expresar el asesino, y al final no sé si llegamos a la conclusión acertada o no, ya que sigue actuando como si nada.

Ésta vez la encontró Jessica dentro de un libro de la estantería titulado 'El asno de oro', marcado por la página 132 y subrayado un párrafo con el pintalabios que tenía puesto la víctima. Decía así :
'' Por los lazos del amor maternal, por las dulces heridas de tus flechas, por el sabroso comezón de tus llamas, te ruego que vengues a tu madre castigando con severidad a esa insolente belleza. Sólo te pido que consigas que esa muchacha se abrase de amor por el último de los hombres, aquel a quien la fortuna le haya golpeado en su dignidad, en su patrimonio y en su integridad tan humillante, que no se pueda encontrar en el mundo un desecho semejante.''

Esta vez habíamos tenido suerte, parecía que en ésta firma nos decía un poco más. Aparentaba tener un rencor profundo por la víctima. Al parecer le quería enseñar lo que significaba amor para después quitárselo, darle una lección de vida a través de las ordenes de otro (que no tenía por qué ser su madre de verdad, si no alguien igual de representativo) y así demostrar que está por encima de todo.

La cosa se ponía interesante, cada vez más se delataba en sus firmas provocándonos a que le cogiéramos. La última pista, escrita igualmente con el carmín de la víctima, estaba oculta debajo de la alfombra y decía así : 'Donde fueras, haz lo que vieras'. En su momento, (y como ya he dicho, muy seguros no estábamos...), supusimos que actuaba por repetición, por otro patrón que ya había visto antes.
Aunque indagamos en otros asesinatos con parecidos razonables, no encontramos similitudes en ningún caso.

Suponiendo que el asesino es un hombre, de mediana edad igual que las víctimas, y ahora dejándonos claro que sus motivos son por pasión... debería ser atractivo, alto, capaz de conquistar sin problemas a sus presas, y con un afán de interpretar el papel que se imponga. Ahora quedaba claro que le encanta actuar en cada situación, y que seguramente vaya algo disfrazado para poder representarlo bien.

Por lo menos íbamos en buen camino tras la solución.

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