
Como siempre, antes de girar la manivela de la puerta de salida, compruebo con un ligero toque de manos cada bolsillo para ver si está todo, paquete en mano y algo de calderilla. Estiro el brazo hacia el mueble de la entrada, calculando donde mas o menos estarán las llaves y salgo por la puerta. Está lloviendo.
La nariz se expande, acompañandolo seguidamente mis pulmones sintiendo el aire fresco, el aire mojado. Salgo a la calle central, donde dos serpientes gigantes y multicoloridas, se pasean reptando por cada una de las aceras. Como no hay otra solución, recorres la calle por la carretera, entre coches aparcados y los que te pasan rozando por unos centimetros. Y te sientes ofendido.
Nunca, en verano nunca habia pasado, y tenia que haber jodido los buenos recuerdos que tenia de la lluvia. Sus tardes enteras de otoño lloviendo sin un alma en las calles, o cuando te fumas ese cigarro en la playa, sin ninguna persona a tu alrededor, y ves como los destellos de luz bajan de nubes negras hacia el mar salpicado. Pero no, tenias que llover en verano, y recordarme que aun está toda esta puta gente.
Me agobio, me asfixio con la multitud, pero es un precio que tienes que pagar si decides vivir cerca del mar. Ten en cuenta que viviras bien 9 meses, los otros 3 estarán llenos de incomodidades.
Por eso prefiero escaparme, aunque solo sean un par de semanas, a cualquier sitio fuera del concepto 'vacaciones', y donde mis requisitos son: tener unos libros, estar solo y una botella a mi vera. Y por ahora esa era la idea.
En la estación fue casi automatico, compré un billete para la ciudad que menos habitatantes tenía según internet y que tuvieran una habitación que me puedan alquilar. Me senté en el antepenultimo asiento del autobus (a la derecha), y sentí que quizás aun podria ser libre.
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