domingo, 30 de noviembre de 2008


No soporto nada las limitaciones.

Y como muchos de vosotros estoy de acuerdo en que siempre hay que intentar elimanarlas.

Son molestas, te malgastan tiempo, espacio, e incluso a veces el maldito dinero.

Cuando llegas a él, te retiene, te absorve su poder innato, y ves como tus manos son maniatadas con una repugnante cuerda.

Y llegado este momento solo cabe esperar... y guardar silencio.

Como cuando escuchas una canción en lengua extranjera y te quedas soñando en una vida futura donde la canción la entiendes a la perfección, como si de tu lengua materna fuera.





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