miércoles, 6 de octubre de 2010

¿Qué?




(¡Bum!) A lo lejos oigo un portazo. Mi mente se acaba de despertar de un sueño profundo y lo primero que hago es intentar recordar -como cada día-, qué había soñado durante esa noche. No podía recordar nada.
Al abrir los ojos -pegados aún por las legañas- me doy cuenta que aún es de noche, e intento visualizar los contornos de los objetos a mi alrededor. Miro hacía el lado derecho de la cama para buscar a Lucía pero no está. Se acababa de ir.

Doy media vuelta en la cama, acurrucándome aun más entre las sabanas, y me vuelvo a dormir. Que bien sienta saber que puedes vaguear unas horas más.

Hacia las diez me volví a despertar ya por cansancio de sueño, y me quedé mirando un rato fijamente el techo. Intentaba averiguar porqué se había ido tan temprano Lucía. No me había dicho nada la noche anterior de que tenía que irse de madrugada, y por trabajo no sería, ya que los sábados ella nunca trabajaba. Me retorcí entre las sabanas desperezandome y me levanté enérgicamente dando un salto hasta el suelo. Hoy sería un gran día.

Después de una ducha fría y unas tostadas con café, me sentía como nuevo. Cogí las llaves de casa y me aventuré hacia la calle.
Hacía un día medianamente caluroso, aunque ya se notaba más frío con la entrada del otoño. Las primeras hojas caían ya al suelo y los escaparates se llenaban de ropa de abrigo y decoraciones en diferentes tonos otoñales.

Llegué solamente hasta la esquina de mi calle antes de encontrarme con Pablo.

• ¡eey Pablito!, ¿Cómo vamos?

• No va mal la cosa, seguimos buscando el delirio colectivo.

• ¿Aún sigues con ese proyecto? Creía que lo habías terminado ya en mayo... ¿De qué iba?

• No es muy fácil de explicar en un momento, aunque una pequeña introducción puedo hacerte...

Sabemos a ciencia cierta que cada vez somos más maniáticos, más charlatanes y menos cuerdos. La gente piensa que necesita más y más, esperando que así se encontrará mejor cada día que pasa.
Leyendo el otro día un libro, explicaban mas o menos los temores de la gente, los anhelos que cada uno pasa inadvertido ya que se ofuscan en otras prioridades. El libro decía así :
'' Ella cree que Jhonny teme la miseria, sin darse cuenta de que lo único que Jhonny puede temer es no encontrarse una chuleta al alcance del cuchillo cuando se le da la gana de comerla, o una cama cuando tiene sueño, o cien dólares en la cartera cuando le parece normal ser dueño de cien dólares. Jhonny no se mueve en un mundo de distracciones como nosotros. Sus conquistas son como un sueño, las olvida al despertar cuando las palabras le traen de vuelta. A él que anda tan lejos viviendo su cuarto de hora en un minuto y medio.''

El resultado es una colectivo general ofuscado en sus ideales, en saber que ellos tienen la razón y que sus palabras son las verdaderas y las únicas, -aún teniendo la ligera sospecha de que se están equivocando-.

• Joder, si que debe ser profundo el análisis... ¿Y para cuando crees terminarlo?

• No sé, quizás cuando me aburra de tanto cliché, de tanto majadero que anda suelto chillandome al oído.

• No será para tanto, Pablo, ¿Quién de nosotros no está loco?

• Si no digo que no lo estemos, pero su tipo de locura es la que me saca de quicio. La que llega un momento que cansa y quieres dejarla atrás para siempre, porque temes que algún día pueda contagiarte.

• Manteniendo siempre la distancia de seguridad puedes trabajar tranquilo, ¿no? Quiero decir que si no te involucras en sus hábitos diarios no tienes porqué preocuparte...

• Ya lo sé Héctor, pero mi mayor miedo es no saber cuando me estoy contagiando, porque el gran problema de la locura es no saber que estás loco.
Si no... todos tendríamos cura alfinal.

• Mmmm, tienes razón, si...

• Bueno, te dejo que llevo prisa, ¡A ver si un día quedamos con más tranquilidad!

• No te preocupes Pablito, que yo te llamo. ¡Adew!

• ¡Adiós!


Seguí mi camino dandole vueltas a lo que me había dicho. Toda la vida lo había considerado un chico dentro de sus cabales, que siempre sabía perfectamente lo que hacía y porqué lo hacía. Pero ahora empezaba a dudar si su trabajo le estaba afectando al coco.

O en cambio era yo, al que le habían perjudicado...

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